08 d’agost 2019

EL TOP MANTA Y SUS CONSECUENCIAS


El regreso al Gobierno del Ayuntamiento de Barcelona del PSC está suponiendo un punto de inflexión en la forma de gobernar la ciudad, al menos en aquellas áreas en que los socialistas tienen responsabilidades. El caso más paradigmático es, quizás, la venta ilegal protagonizada por el top manta.

En efecto, el concejal de Seguridad, Albert Batlle, político de largo currículum, ha puesto manos a la obra nada más tomar posesión. A juzgar por como ha cambiado la actitud de la Guardia Urbana, parece que el edil se ha fijado como objetivos prioritarios la eliminación de la venta ambulante y la seguridad en la zona de ocio del Port Olímpic. Por motivos de espacio me van a permitir que orille para mejor ocasión la cuestión de la zona de ocio y centre este escrito en el sistema de venta conocido popularmente como top manta.

Desde hace un tiempo los manteros han hecho del paseo Joan de Borbó su particular centro comercial. Allí se podía encontrar todo lo que se puede ofrecer en este peculiar sistema de venta. Por eso, Batlle ha desplegado en la popular avenida barcelonesa patrullas de la policía portuaria, Guardia Urbana y Mossos d’Esquadra, en total más de un centenar de agente patrullando desde las diez de la mañana hasta después de las diez de la noche. Así la venta es imposible. Y de eso se tarta: que los vendedores ilegales se cansen, desistan y marchen.

Ciertamente, no es un tema ni fácil ni baladí porque detrás hay seres humanos, en su mayoría en situación irregular que lo que buscan es salir adelante. Ahora bien, no podemos perder de vista las condiciones en que trabajan estas personas, que hacen y como lo hacen.

Para empezar, la gran mayoría de los productos que venden son falsificados, por consiguiente, están infringiendo la ley. Pero es que, sobre todo, son una competencia desleal para todas las empresas que comercializan los productos tal y como se estipula en los más elementales códigos de comercio. O sea, el comercio tradicional ha de tener un establecimiento que antes de abrir sus puertas al público cumpla una serie de requisitos y eso vale un dinero. Después han de pagar, como no puede ser de otro modo los servicios que utilizan agua, energía, teléfono, y no suelen ser gratuitos. Como es lógico se han de pagar sus autónomos, si son personas físicas o la seguridad social si son personas jurídicas y, naturalmente, la de sus empelados si los tienen. Pero la cosa no acaba aquí. Además de todo eso, hay que hacer frente a algunos impuestos, por ejemplo, el IBI, el IVA, el IAE o la Tasa de recogida de basuras.

Dice la patronal de la pequeña y mediana empresa, PIMEC, que el top manta genera unos 65 millones de pérdidas.

La reacción de los manteros no se ha hecho esperar. Es lógico. Se sienten engañados por la alcaldesa Ada Colau y piden “Papeles para todos” y gritan que “Ninguna persona es ilegal”. No seré yo quien les quite la razón, pero el mercado tiene unas reglas y hay que respetarlas, de lo contario vamos a destrozar nuestro modelo de convivencia y esto acabará siendo una jungla, donde se acabará imponiendo la ley del más fuerte.

Desde luego a los manteros como seres humanos que son hay que darles una solución que con toda probabilidad ha de pasar de algún modo por servicios sociales y/o políticas activas de empleo, pero difícilmente por el departamento de comercio o el de Seguridad. Cada cosa en su lugar.

Si les parece amables lectores, en otra ocasión comentamos lo de la seguridad en la zona de ocio del Port Olímpic, por hoy es suficiente.

Disfruten de lo que queda de verano, carguen las pilas y sean razonablemente felices.





Bernardo Fernández

Publicado en el Catalán 08/08/19

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