Corría el mes de diciembre de 2014 cuando Podemos
hizo su presentación oficial en Barcelona. Fue en el pabellón Municipal
d’Esports de la Vall d’Hebron de la capital catalana. La sala estaba a reventar, no pudieron entrar
todos los que acudieron a la cita del
nuevo partido. Tampoco todos los que asistieron pudieron ver en vivo y en
directo a Pablo Iglesias, el nuevo mesías. Entonces no se sabía, pero faltaba
un año justo para las elecciones generales y parecía que la victoria estaba al
alcance de la mano. Si se hubieran convocado los comicios a primeros de este
2015, muy probablemente Podemos hubiera
asaltado los cielos y Pablo Iglesias hoy sería el inquilino de la Moncloa. Sin
embargo, eso no ha sucedido y no parece que vaya a ocurrir en un futuro
inmediato. ¿Por qué? Cabe preguntarse. Veamos.
Podemos se presentó por primera vez a unas elecciones
en la primavera de 2014. Fue en mayo, y contra todo pronóstico obtuvo 5 escaños
en los comicios al parlamento europeo. A partir de ahí las expectativas de la
nueva formación se dispararon, parecía que sus aspiraciones no tenían techo. No
obstante, el primer contratiempo electoral llegó en las elecciones autonómicas
andaluzas, celebradas el pasado mes de marzo. Su resultado, para cualquier otra
formación, hubiera sido un gran resultado. Ciertamente pasar de 0 a 15 escaños,
es un salto a tener muy en consideración, pero fueron tantas las expectativas
que había generado la nueva formación que aquel desenlace tuvo un sabor amargo.
Además, después les faltaron cintura y reflejos para negociar, mientras que
Ciudadanos, el partido de Albert Rivera, con mucho menos ruido mediático obtuvo
9 diputados y se convirtió en el partido emergente por excelencia.
Apenas 2 meses después llegaron las elecciones
municipales en toda España y autonómicas en 13 comunidades. En esa ocasión el
éxito obtenido por los de Iglesias fue diverso, pero estuvo en función, en gran
medida, de la superación de las candidaturas de partidos al uso. Fue el caso de
Madrid, Barcelona, Zaragoza o Badalona, por poner algún ejemplo.
Casi sin solución de continuidad llegaron las
elecciones catalanas del mes de septiembre. En esa ocasión el batacazo de los
de Podemos junto con Iniciativa per Catalunya Verds ha sido considerable. Y claro, como suele ocurrir en política,
cuando las cosas van mal dadas, a los de la formación morada se les han
encendido todas las alarmas. Sólo ha faltado el cara a
cara político entre Pablo Iglesias y Albert Rivera, líderes de Podemos y
Ciudadanos, en la cadena de televisión La Sexta, dirigido por Jordi Évole. En el mismo,
y según la práctica totalidad de observadores y comentaristas políticos, Rivera le ganó la partida holgadamente a
Pablo; habló de manera más convincente, llevó la iniciativa y transmitió
más seguridad a la hora de comentar los temas más importantes. Pero es que
además, según dicen los expertos, el tono del discurso siempre es importante, y
el líder de Podemos parece no
haber evolucionado, su oratoria se asemeja poco a la de un
candidato a La Moncloa.
De forma casi paralela, la
cúpula de Podemos ha estado explorando la posibilidad de acudir a las elecciones
generales confluyendo con Alberto Garzón e Izquierda Unida, pero las
negociaciones se rompieron y el excesivo ruido mediático además de dejar en
entredicho la capacidad negociadora de unos y otros y la voluntad real de
entenderse, no beneficia a nadie.
Quizás el secreto del éxito
de los de Pablo Iglesias deberíamos buscarlo en el enfado y la indignación de
cientos de miles de ciudadanos hartos de PP y PSOE y que, sin embargo, hasta
ahora no han encontrado una formación que catalice su malestar.
De todos modos, tal vez uno
de los problemas de Podemos es la inconcreción de sus objetivos y programas.
Los ciudadanos tienen todo el derecho a saber qué alternativas ofrecen para
resolver cuestiones que los partidos clásicos no han sabido, no han podido o no
han querido atajar. Asimismo, parece evidente que cambiar el eje
derecha-izquierda por el concepto arriba-abajo no les ha funcionado.
Acostumbraba a decir, con
frecuencia, el ex senador y ex presidente del PSC, Isidre Molas, que para ganar
unas elecciones es necesario tener los pies en la izquierda y el culo en el
centro. El político catalán tenía toda la razón. Según todos los sondeos ese
espacio aglutina un 40% de la población. En consecuencia, es condición
necesaria, aunque no suficiente ganar en ese ámbito, si se tienen aspiraciones reales de llegar a La
Moncloa.
Todo este galimatías
electoral ha hecho que la dirección de Podemos decida presentarse en listas
conjuntas en comunidades como Cataluña, Valencia o Galicia. Está por ver si de
esa forma se potencia su proyecto o por el contrario se diluye en un magma de
intereses, tan legítimos como imposibles de armonizar de manera conjunta. El
tiempo nos dirá si la decisión ha sido la correcta.
Faltan pocas semanas para
las elecciones generales y todo indica que el viaje al centro de los de Pablo
Iglesias está resultando fallido. En estas circunstancias, y, a juzgar, por lo
que anuncian las encuestas y los estudios de opinión el asalto a los cielos de
la gente de Podemos tendrá que eseprar.
Bernardo Fernández
Publicado en Crónica Global 30/10/31
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