13 de gener 2025

NO REPITAMOS LA HISTORIA


 

 

Hace poco más de un siglo, algunos países, incapaces de afrontar los graves problemas sociales, en especial el paro, eligieron el camino de la barbarie y el fascismo. Es el caso de la República de Weimar en Alemania; la necedad e incompetencia de sus dirigentes hizo posible la llegada al poder de Hitler y sus adlátares en las elecciones de marzo de 1933. La difícil situación social que se vivía en Europa favoreció el efecto dominó y otras naciones del continente viraron hacia el autoritarismo.

De forma simultánea, algunas democracias liberales supieron impulsar políticas públicas eficaces para afrontar la delicada situación social y conectar con la ciudadanía. De ese modo, países como Estados Unidos, Suecia o Reino Unido se libraron de la barbarie totalitaria y pudieron lograr un nuevo contrato social para alcanzar una prosperidad compartida.

Aquel gran acuerdo fue posible porque se priorizaron las similitudes a las diferencias y se supieron conjugar distintas sensibilidades. Para lograrlo hubo que concitar amplios consensos sociales y hacer renuncias. La experiencia sueca fue singular y sirvió como punto de referencia. En el caso norteamericano fue determinante el discurso de las “cuatro libertades” (libertad de expresión, libertad religiosa, libertad para aspirar a una vida mejor y libertad de vivir sin miedo) del presidente Roosevelt del año 1941. La gran novedad política fueron las dos últimas libertades: aspirar a vivir mejor y vivir sin miedo a la inseguridad económica. Aquella propuesta concitó el apoyo mayoritario de la población. El siguiente paso en la arquitectura definitiva de ese nuevo contrato social para el crecimiento y la prosperidad compartida lo dio el Reino Unido al final de la Segunda Guerra Mundial. Por un lado, el pilar económico, inspirado por el economista británico John M. Keynes, con la aceptación de la responsabilidad del Estado en la gestión del gasto agregado de la economía para mantener el pleno empleo y el impulso a las inversiones públicas para estimular el crecimiento económico. Por otro, el pilar social, inspirado por William Beveridge, economista y político liberal británico, con su defensa de nuevos bienes públicos orientados a garantizar una educación y una sanidad pública universal y gratuitas y seguros públicos de desempleo y jubilación.

En el siglo XIX, entre diciembre de 1851 y marzo de 1852 Karl Mark escribió “El 18 brumario de Luís Bonaparte” que comienza con la conocida frase: “La historia siempre ocurre dos veces, la primera como tragedia y la segunda como miserable farsa”. Por nuestro bien, espero que no tengamos que repetir la historia, pero entre los años treinta y cuarenta del pasado siglo XX y la actualidad existen unas similitudes evidentes.

En estos inicios de 2025, el panorama que se nos presenta no es nada halagüeño. Nos rodean diversos conflictos bélicos que, en cualquier momento, pueden hacer saltar por los aires el delicado statu quo que ha imperado en los últimos setenta años. El inminente retorno a la Casa de Blanca de Donald Trump acompañado, en esta ocasión, por su lugarteniente de facto, un tipo tan arrogante y prepotente, como Elon Musk,   genera inquietud y es muy posible que intensifique su relato y ponga el acento en las políticas sectarias y divisivas que anunció en la campaña electoral; basta con ver los nombramientos para su próximo gabinete y comprender que el margen para el optimismo es escaso. Además, personajes como Javier Milei, Giorgia Meloni o Víctor Orban se sienten más legitimados con un personaje como Trump en el despacho Oval. Y eso es terreno abonado para que los nacional populismos que están surgiendo en Europa, se legitimen y adquieran velocidad de crucero para su expansión.

Por si todo eso fuera poco, Europa tampoco está en su mejor momento. Para empezar el modelo de crecimiento europeo está inmerso en una crisis política, industrial y social a la que no se le ve salida. Las dos grandes economías europeas, Alemania y Francia, están gripadas, solo nos faltaría que las amenazas de Donald Trump de subir los aranceles se hagan realidad. Entonces, en muchas zonas del planeta podríamos pasarlo francamente mal.

Con todo, no quisiera concluir este escrito, sin dejar alguna puerta abierta a la esperanza, al menos, entreabierta: parece que la inflación está bastante bien controlada, los carburantes, a pesar del polvorín que es Oriente Medio, mantienen sus precios de manera razonable y, según los expertos, los intereses seguirán a la baja.

Algo es algo. De momento, quedémonos con eso.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en CÒRTUM club de debat 13/01/2025

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