El pasado día 13 el abogado
general de la UE sorprendió a propios y extraños al hacer público un largo auto
de 28 páginas, según el cual el sector financiero español no tiene que devolver
todo lo cobrado en las cláusulas suelo de las hipotecas.
De hecho, El Supremo ya
dictaminó que esas cláusulas eran abusivas, pero, sorpresivamente, permitió que
las entidades bancarias sólo devolvieran las cantidades cobradas de más desde
la fecha de la sentencia, 9 de mayo de 2013. Eso hizo que los afectados
acudieran a la justicia europea para que ésta falle que se les devuelva todo el
dinero cobrado de forma inadecuada.
Pues bien, pese a que este
dictamen, del abogado de la UE, no es vinculante, si es verdad que este tipo de
autos suelen marcar tendencia. Quizás por eso las Bolsas recibieron la noticia
con gran alborozo. De todos modos, habrá que esperar a la sentencia definitiva,
que se espera para finales de año, para saber a qué atenerse.
En cualquier caso, la lectura
del mencionado fallo genera sonrojo y vergüenza ajena. Ocurre que del mismo se
desprende que el abogado en cuestión acepta la limitación temporal de las
devoluciones por “las repercusiones macroeconómicas sobre el sistema bancario,
ya que se encontraba debilitado”. O sea,
no se trata de si la devolución con carácter retroactivo es justa o no, la
cuestión es no poner en riesgo la estabilidad de las entidades financieras, a
los ciudadanos que han sido esquilmados de forma fraudulenta que les parta un
rayo.
Ese es el modelo de Europa que
algunos quieren imponer, igual que ha sucedido con las políticas austericidas o
con los refugiados. La Europa de los mercaderes, no la de la justicia social ni
la de la solidaridad.
Desde luego, no es fácil saber
cuánto tendrán que pagar los bancos sí, al final, han de devolver todo lo que
cobraron de más mediante las clausula suelo. Hay quien opina que la factura
puede superar los 5.000 millones de euros. Veremos. Pero como dice un viejo
amigo: “cuando las cosas son justas, cueste lo que cueste, hay que hacerlas”.
Habrá que esperar la sentencia
definitiva, pero en casos como éste, la prudencia aconseja no vender la piel
del oso antes de cazarlo, ya que todos sabemos que quien ríe último ríe mejor.
Sobre todo, cuando la justicia es justa.
Bernardo Fernández
Publicado en ABC 20/07/16