09 d’abril 2025

EL SUR GLOBAL TAMBIÉN EXISTE

 

“…Pero aquí abajo,

abajo cerca de las raíces

es donde la memoria

ningún recuerdo omite

y hay quienes se desmueren

y hay quienes se desviven

y así entre todos logran

lo que era un imposible

que todo el mundo sepa que el Sur,

que el Sur también existe.”

 

 

Con esta bella estrofa termina el poema “El sur también existe” del uruguayo Mario Benedetti al que Joan Manuel Serrat puso música en 1985. Después de darle varias vueltas, me ha parecido oportuno parafrasear el último verso para titular este artículo.

Geográficamente, el término se refiere a los países que se encuentran debajo del ecuador (en el hemisferio sur), en contraste con los que se encuentran completamente al norte de él. Sin embargo, a menudo se utiliza de manera engañosa como abreviatura de mayoría global, a pesar de que la mayor parte de la población mundial está por encima del ecuador (al igual que la mayor parte de la masa terrestre del mundo). Por ejemplo, a menudo escuchamos que India, el país más poblado del mundo, y China, el segundo más poblado, están compitiendo por el liderazgo del Sur Global, y ambos han celebrado conferencias diplomáticas con ese propósito. Pero, en realidad, ambos están en el hemisferio norte.

El término es, de hecho, un eslogan político más que una descripción precisa del mundo. En este sentido, parece haber ganado fuerza como sinónimo para reemplazar términos menos acertados. Durante la Guerra Fría, se decía que los países que no estaban alineados ni con los bloques de Estados Unidos ni con la Unión Soviética pertenecían al “Tercer Mundo”. Desde entonces, esos países han intentado organizarse de algún modo, pero la realidad es que a día de hoy, todavía un centenar largo de países constituyen un movimiento no alineado y bastante débil.

Pues bien, es muy posible que, con la guerra comercial desatada por Donald Trump, las asociaciones de países que se organizan para relacionarse libremente entre ellos a partir de las transacciones comerciales ganen protagonismo y, de alguna manera, vengan a suplir los espacios que deje vacíos el muro arancelario que está levantando la Administración estadounidense.

Ante esta situación geopolítica a la UE se le abra una ventana de oportunidad. En estas nuevas circunstancias, tanto Úrsula Von der Leyen, como Antonio Costa harían bien en explorar las posibilidades de transacciones comerciales que se pueden dar con los países que conforman ese Sur Global. Europa tiene acuerdos con casi 80 países y es el momento de ampliar esa red. Recientemente los líderes europeos han cerrado acuerdos comerciales con Mercosur, México y Suiza, y eso está bien, pero hay que seguir insistiendo.

De igual manera, se ha puesto en marcha la primera asociación con Sudáfrica y, según parece, se está negociando un acuerdo comercial con la India que debería estar listo a finales de año. También se están manteniendo negociaciones con Indonesia y Tailandia. La diplomacia europea está funcionando a tope y está llevando su espíritu comercial y de fiabilidad por todo el planeta. Hay que dejar claro que Europa no es Estados Unidos, aquí se actúa con rigor. Esa es la mejor manera de lograr mercados alternativos —también de avanzar en la seguridad geoestratégica— que amortigüen el golpe que está suponiendo la subida masiva y unilateral de aranceles que ha emprendido Trump desde que regresó al poder hace menos de tres meses.

Quizás todos esos acuerdos no igualen el volumen del intercambio con los EE UU, pero sí serán un buen amortiguador que minimice los efectos devastadores que pueden generar las iniciativas del presidente norteamericano.

Y mientras Europa se mueve en esa onda, en EE UU se ha impuesto una forma de ver el mundo que altera profundamente el orden mundial que los propios Estados Unidos tanto contribuyeron a crear, y que, a la vez, tantos beneficios les ha proporcionado, pero que, sin embargo, ahora, Trump se dispone a destruir: primero fue contra sus socios en la OTAN, ahora Washington ataca el comercio global que defendió a capa y espada Ronald Reagan. Estados Unidos cierra fronteras, vínculos económicos y alianzas geoestratégicas en una política de creciente aislacionismo.

Los aranceles impuestos por Trump están calculados de una forma fullera y bastante aleatoria, casi haciendo trampas al solitario. No siguen una lógica aparente. Su sistema contable se basa en dividir los déficits comerciales bilaterales por la importaciones, castigan más —con la enorme excepción de China, el gran rival económico y geopolítico de Estados Unidos— a los países amigos que a los adversarios: Irán queda menos golpeado que Japón, con un 24%. Rusia no se ve afectada, con el argumento inexacto de la Administración republicana de que no comercian “con ellos”. Corea del Norte tampoco aparece en las listas. Pero incluso el aliado inquebrantable Israel, que había eliminado sus aranceles a Estados Unidos para evitar medidas recíprocas, recibe un 17%.

En cualquier caso, el mundo avanza y si la UE quiere conservar su influencia como actor global, y no meramente regional, debe abrazar el futuro, aprender a convivir con el Sur Global y adquirir las habilidades necesarias para navegar por un mundo multipolar impredecible y a menudo díscolo. O dicho de otro modo, hay que abandonar la comodidad de un lugar pulcro y ordenado como es Europa, algo que no será fácil, para salir al exterior donde la UE tiene mucho que ganar y poco que perder, aventurándose en una jungla vibrante y apasionante.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en Club CÒRTUM 08/04/2025

 

 

EL SUR GLOBAL TAMBIÉN EXISTE

  “…Pero aquí abajo, abajo cerca de las raíces es donde la memoria ningún recuerdo omite y hay quienes se desmueren y hay quienes se desvive...