Desde que se constituyó el actual Govern de la
Generalitat, en mayo de 2021, los enfrentamientos entre los socios del
Ejecutivo (ERC y Junts) han sido una constante. Los motivos han sido
variopintos, pero los rifirrafes frecuentes.
Con esa situación de enfrentamientos
gubernamentales, como telón de fondo y con el ambiente político muy enrarecido,
llegamos a las vacaciones de verano La razón fundamental: la suspensión de
Laura Borrás como diputada y, como consecuencia, la pérdida de la presidencia
del Parlament.
El inicio de este curso ha sido
eléctrico. A JxCat le faltó tiempo para lanzar un órdago a Pere Aragonés,
amagando con salir del Govern si no se optaba netamente por la independencia.
Sin solución de continuidad, la ANC, quizás porque la Diada de este año se
presentaba un tanto descafeinada, quiso caldear el ambiente y puso un poco más
de sal en el cisma independentista al acusar al Ejecutivo catalán de no
trabajar por la secesión, y advertía que, de seguir en esa línea, a las
próximas elecciones autonómicas podrían presentar una candidatura propia, si no
se cambia de estrategia. Olvidó Dolors Feliu, la actual presidenta de la ANC,
aquel popular refrán que dice “no muerdas
la mano que te da de comer”. La señora Feliu y sus comilitones no
calcularon que si el Govern de la Generalitat dejase de subvencionar a la ANC,
tan generosamente como lo hace ahora, la entidad iba a durar “Lo que duran dos peces de hielo en un güisqui on the rocks”, que canta el gran Joaquín Sabina.
Después de todo esto, y cuando parecía
que las aguas políticas catalanas podían volverse a encauzar, Oriol Junqueras
se descolgó diciendo que “algunos líderes
de Junts se tapan la corrupción con los del PSC…”. Y claro, la respuesta no
se hizo esperar. Jordi Turull, secretario general de JxCat, acusó a Pere
Aragonés de “hacer recular” el
independentismo, el exconvergente considera que “no se puede actuar unilateralmente al margen del acuerdo del Govern”
Desde luego, el jaleo que hay entre independentistas
es más que considerable. Ahora bien, el sentido común y la lógica política (no
siempre coincidentes) nos dicen que, ni el horno está para bollos, ni hay que
dar saltos mortales sin red. Mientras que en ERC, aunque dan una de cal y otra
de arena, parece que han optado por el pragmatismo, las dos almas que conviven
en Junts luchan por imponer su criterio. De momento, da la sensación que son
los más hiperventilados los que están ganando la partida. Lo peor es que no
están dispuestos a aprender de sus propios errores y dicen estar decididos a
volver a las andadas.
La cuestión es que salir
del Govern supondría para Junts muchos más inconvenientes que beneficios. Por
ejemplo, JxCat es un partido en construcción y necesita consolidarse; esa tarea siempre es mucho más fácil
a cubierto desde las instituciones que si se está a la intemperie. Su
presidenta está suspendida a la espera de juicio, el secretario general está
inhabilitado y los consellers no son diputados. Por lo tanto, si salen del
Govern lo tendrán muy complicado para conectar con la ciudadanía. Estamos a
siete meses de las elecciones municipales y eso puede ser una ventana de
oportunidad para empezar a pisar territorio. Además Junts puede pescar algún
alcalde en los restos del naufragio del PDeCat. Da la sensación de que en el
partido postconvergente no se han enterado de la gran utilidad que tiene la
caja de resonancia que significa estar una institución, cuanto más alta mejor. Y
si salen del Ejecutivo no serían ni más ni menos que un grupo parlamentario en
la oposición… el tercero, por detrás en número de escaños de PSC y ERC.
¿Tendrían entonces mejores condiciones para llevar a cabo su proyecto que
estando en el Govern?
Y si alguien piensa que la hipotética ruptura de
Junts supondría un adelanto electoral, que se lo vaya quitando de la cabeza.
Porque entre otras cosas, el conseller de Economía, Jaume Giró que por cierto
es de JxCat, ya está negociando los presupuestos con los Comunes y el PSC
siempre estará dispuesto a echar una mano cuando haga falta.
Ahora hay que ver cómo se desarrolla el debate de
política general y cómo salva la dirección de Junts el escollo que supone
consultar a la militancia sobre la continuidad o no del partido en el Govern. Para
empezar, ya llevamos unos días en los que la bronca intergubernamental ha
bajado en muchísimos decibelios y, aunque se ha oído algún que otro reproche,
como el de Junqueras a Giró por negociar los presupuestos, “con los que no
quieren ni la amnistía ni la independencia”, ha sido con sordina. Y por si
acaso, Laura Borrás ha reculado y ha dicho que Junts nunca planteó un
ultimátum. Menos mal que existen hemerotecas y hacen que las mentiras tengan
las patas muy cortas.
Por todo lo expuesto, y alguna razón más que me
dejo en el tintero, es por lo que he titulado esta columna como peleas de patio
de colegio. Claro que tanto va el cántaro a la fuente que cualquier día ocurre
una desgracia.
Bernardo Fernández
Publicado en e notícies
26/09/2022