El larguísimo proceso
electoral que estamos soportando, la corrupción que infecta nuestro sistema
institucional, la interinidad del gobierno, el inmovilismo de Rajoy, que es el
origen de casi todos nuestros males, así como sus políticas austericidas, son
algunos de los motivos que nos han llevado a una situación de preocupante
inestabilidad política.
En estas circunstancias,
viendo cómo está el panorama, y el elenco de aspirantes a ocupar la Moncloa, no
es descabellado pensar que la única fuerza política capaz de impulsar un cambio
que nos saque de este atolladero es el partido socialista. Por eso, y a pesar de que en las elecciones
del pasado 20 de diciembre, el PSC en Cataluña y el PSOE en el conjunto de
España, obtuvieron los peores resultados de su historia. Ahora, con la
repetición de los comicios, el próximo mes de junio, los socialistas tienen la
oportunidad de enmendarse a sí mismos y cambiar el rumbo de nuestro país.
Siendo muy importante, el
problema no es tanto lograr equis escaños más o menos. La cuestión es de fondo.
El PSOE necesita, con urgencia, reencontrar su espacio ideológico, asumir su
rol de izquierda reformista y elaborar un proyecto ganador. No basta con decir
que hay que expulsar al PP. Es necesario que Pedro Sánchez explique porque
quiere gobernar. Que quiere cambiar y cómo piensa hacerlo.
Por lo que respecta al PSC,
veremos si su flamante candidata por Barcelona, Maritxell Batet, es la persona
adecuada para reencarnar a Don Pelayo (ya saben, aquel caudillo astur que
inició la Reconquista) y pone la socialdemocracia en Cataluña al día, evitando
que quede sepultada entre el indisimulado neoliberalismo de Ciudadanos y el
frenesí soberanista de la muchachada “indepe”.
Tal y como están las cosas, sería
deseable que el PSOE vuelva a ser aquella organización política capaz de “dar
la vuelta a este país para que no lo conozca ni la madre que lo parió” como
dijo un ilustre político. Por su parte, el PSC debería desprenderse de sus complejos
nacionalistas y volver a ser el partido que más se identifica con la sociedad
catalana y mejor la representa, como sucedía en otros tiempos.
Ciertamente la sociedad ha
cambiado mucho y la socialdemocracia está siendo superada por los
acontecimientos. Por eso, para empezar, no estaría mal que los socialistas volvieran
a los orígenes. Quizás no sea suficiente, pero sin duda es necesario.
Bernardo Fernández
Publicado en ABC 18/05/16