Donald Trump no da tregua. Raro es el
día que los medios de comunicación no nos anuncian una nueva ocurrencia del
mandatario estadounidense. No hace ni tres meses que inició su segundo mandato
en la Casa Blanca y ya ha provocado una auténtica transformación en la
situación geopolítica que está poniendo en jaque el statu quo establecido.
La economía mundial se enfrenta a un
cambio de paradigma. El regreso de Trump a la presidencia de EEUU representa, sobre
todo, un nuevo impulso al nacionalismo económico por la vía de guerras
arancelarias, pero también un paso atrás en la lucha contra el cambio
climático, es decir, incremento de producción de energías fósiles, pero también
en otros sectores ―como pueden ser el financiero y el tecnológico―, mediante la
desregulación. En la reunión del último foro de Davos ya se lanzaron mensajes
que apuntaban un camino lleno de turbulencias. Ante esa nueva situación, quién
más y quien menos se prepara para reducir riesgos y aprovechar las
oportunidades.
A lo largo de la campaña electoral, las
recetas económicas de Trump, venían a ser algo así como un arma de doble filo.
Buena parte del sector empresarial recibió con júbilo el anuncio de la
desregularización, mientras que la subida de aranceles generaba preocupación. Y
es que si hay algo que los mercados financieros no toleran es la incerteza y
eso es lo que está ocurriendo.
Ahora, los peores augurios se están
haciendo realidad. Con el eufemístico nombre de “Día de la liberación” el
presidente Trump bautizó el día en que hacía pública la subida de aranceles,
con una media generalizada del 10%, y el 20% para la UE. Una iniciativa burda y
pueril, según muchos expertos, que nos devolverá a las políticas del siglo
XIX.
La agresiva ofensiva arancelaria,
mucho más dura de lo inicialmente esperado, ha provocado una sacudida considerable
en los mercados mundiales. Las jornadas posteriores al “Día de la liberación”
resultaron caóticas y en las principales bolsas se impusieron los números
rojos. La peor parte se la están llevando los índices estadounidenses, con
descensos cercanos al 4%, es el caso del S&P 500 y del Dow Jones, y aún mayores
en el caso del tecnológico Nasdaq, que perdió más del 6%, en la peor jornada en
Wall Street desde septiembre de 2022. Las caídas se extendieron por las Bolsas
de todo el mundo y en Europa las pérdidas se situaron entre el 3% y el 5%. El
incierto impacto de las tasas en la economía mundial y en las cuentas de
resultados de las empresas está en el origen de la tormenta. Eso ha provocado
una huida de los inversores hacia activos refugio como el oro, en máximos
históricos y el yen japonés.
De hecho, algunas compañías
estadounidenses, cuyas cadenas de producción dependen en gran medida de países
extranjeros, sufren los mayores castigos: Nike se ha dejado más del 12% y Apple
ha retrocedido un 8%. La huida de los inversores de la Bolsa estadounidense
supone una pérdida de capitalización de más de tres billones de dólares entre
el S&P 500 y el Nasdaq, según cálculos de Bloomberg, que se ha contagiado
de los malos resultados de Wall Street, que cerró la semana pasada con pérdidas.
Hemos de ser conscientes de que estamos
en un momento de fuerte incertidumbre. Se está configurando un nuevo orden
mundial y es muy importante que Europa tenga una voz fuerte. Ahora más que
nunca, hay que seguir contribuyendo a unas instituciones multilaterales que son
la mejor garantía para encontrar soluciones beneficiosas para todas las partes.
Debemos huir de una visión de suma cero, porque la experiencia histórica nos
enseña que la cooperación y la unidad rinden más beneficios a nivel global. Es
el momento de aprovechar la oportunidad para seguir profundizando las
relaciones estratégicas con otras partes del mundo, sin dejar de cuidar
nuestras relaciones con EEUU, pero de igual a igual. Europa es líder mundial en
comercio y eso hay que hacerlo valer. Debemos tomar las riendas de nuestro
destino y reforzar la autonomía en términos de seguridad, defensa, energía,
tecnología y competitividad.
En este contexto, resulta encomiable la
iniciativa del Gobierno de España que, por boca del presidente Pedro Sánchez,
ha anunciado un despliegue de ayudas de 14.000 millones de euros para los
sectores más afectados por la guerra arancelaria. De forma muy similar se están
moviendo otros gobiernos como pueden ser el de China o Canadá que ya han
respondido con la ley del talión, “ojo por ojo y diente por diente”, mientras
que Úrsula von de Layen, presidenta de La Comisión Europea ha dicho que: “estamos
ultimando un primer paquete de contramedidas en respuesta a los aranceles sobre
el acero”. Y ha vuelto a hacer hincapié en que la primera apuesta de Bruselas
es la solución negociada: “Ahora nos estamos preparando para otras
contramedidas, para proteger nuestros intereses y nuestras empresas si fracasan
las negociaciones”. Hay que esperar que el resto de ejecutivos se vayan posicionando.
No quisiera acabar esta artículo sin hacerme
eco de algunas de las reflexiones que hizo el exsecretario de política exterior
de la UE, Josep Borrell, en una reciente entrevista en el al programa Cafè
d'Idees de la 2 y Ràdio 4. Sinceramente, creo que valen la pena.
El exjefe de la diplomacia europea sostuvo que la Unión Europea debería "atacar fiscalmente" a las empresas tecnológicas estadounidenses como respuesta a los aranceles anunciados por Donald Trump. Borrell argumentó que esas compañías "trabajan con costes marginales prácticamente cero", por lo que una eventual subida de tasas para ellas no tendría "repercusiones directas" en los precios que ofrecen a los consumidores. “Trump prometió una bajada de impuestos que pretende compensar con los beneficios de los aranceles a la importación”. Pero, en su opinión, el mensaje del líder estadounidense es demagógico y los datos presentados están "falseados". "Eso es tirar un tiro en el pie, porque si tú pones una tasa en los productos importados, también subes los precios internos y también importas la inflación. Si todos nos ponemos a importar la inflación del otro, al final esto también va contra nuestro interés", “Toda la Unión está afectada de la misma manera". Por eso, considera que hay que reaccionar a los aranceles "de la misma manera". En este sentido, recordó que la UE cuenta con un instrumento anticoercitivo, aprobado en la pasada legislatura e ideado por cómo pudiera actuar China. Pero podría usarse con Estados Unidos.
Lo que queda claro es que con ese personaje al frente del país más poderoso del mundo, estamos entrando en una zona de fuertes turbulencias y si no cambian mucho las cosas todos vamos a ir de mal en peor.
Bernardo Fernández
Publicado en Catalunya Press 07/04/2025
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