Han pasado doce años desde que
Pasqual Maragall denunciara, en sede parlamentaria, el 3% de las supuestas
mordidas de la antigua Convergencia Democrática de Catalunya (CDC), por otorgar
obra pública.
Entonces, muchos, entre ellos Artur
Mas, calificaron aquello de una Maragallada sin fundamento. El propio Mas instó
a Maragall a que se retractara de su acusación so pena de enviar a “hacer
puñetas” el proceso del nuevo Estatuto que en aquellos tiempos estaba en plena
elaboración. Después, Artur Mas siempre han negado, tanto fuera como en el
mismo Parlament, cualquier irregularidad en la financiación de su partido,
Convergencia Democrática de Cataluña.
Sin embargo, el hecho cierto
es que desde hace un tiempo los registros a las sedes de Convergencia, empresas
de presuntos colaboradores, así como las detenciones de los hombres que
manejaban los dineros de CDC y de empresarios sospechosos de ejercer de
proveedores económicos de forma ilícita del nacionalismo, viene a ser algo así
como el pan nuestro de casi cada día. En consecuencia, aquella afirmación del
exalcalde de Barcelona y expresidente de la Generalitat, ha acabado siendo una
realidad, aceptada por todo el mundo…, bien, por todo el mundo, menos por los
nacionalistas, claro.
Según Josep Bosch, magistrado
de El Vendrell que investiga la presunta trama de financiación irregular de
CDC, el pago de comisiones ilegales a cambio de adjudicación de obra pública, esto
suponía una “parte esencial de los ingresos de Convergencia”.
En opinión del juez, el
tesorero de CDC Andreu Viloca es uno de los impulsores de la trama. Este
individuo ha resultado ser mucho más que un simple responsable de finanzas. Era
la “clave de bóveda” de un “sistema” organizado para “facilitar la adjudicación
de obras públicas a las empresas donantes”, sostiene el magistrado. Viloca era
el responsable de hacer gestiones y mediaciones con organismos públicos y
llevaba un férreo control de los concursos licitados en ayuntamientos,
diputaciones y diversos organismos gobernados por CDC. Funciones “totalmente
ajenas a sus ámbitos de actuación como tesorero”. Las donaciones de las
constructoras servían para “catalizar a modo de recompensa, la concesión de
determinadas obras públicas”, razona Josep Bosch en un auto de octubre de 2015.
Pues bien, por si todo esto
fuera poco, ahora, tras ocho años de tortuosa instrucción de la causa, ha
llegado, por fin, la vista oral del caso Palau.
Para empezar, la defensa de
CDC decidió renunciar a la declaración de treinta y seis testigos, la mayoría
de ellos dirigentes históricos del partido. De esa forma se h querido evitar su
exposición pública. Entre los mismos había pesos muy pesados como Pere Macias o
Felip Puig, ambos consejeros de Política Territorial y Obras Públicas en
diferentes Gobiernos de Jordi Pujol. De ellos se esperaba que acreditasen que
las adjudicaciones de los Ejecutivos nacionalistas de la Generalitat cumplieron
escrupulosamente con la Ley. Sin embargo, las declaraciones de Félix Millet y
los Monttull (padre e hija), han cambiado el panorama de forma radical.
En efecto, Fèlix Millet, por fin, ha
tirado de la manta. Y con toda rotundidad ha declarado que “el Palau de la
Música recibía dinero en metálico de Ferrovial”, que luego él se encargaba de
que llegara a la dirección de CDC.
Esos pagos eran una compensación a
cambio de contratas de obra pública que concedía la Generalitat o los
ayuntamientos gobernados por CDC a la empresa de la familia Del Pino. La
mordida era del 4% del valor de la obra: 2,5% para CDC y el 1,5% restante para
el propio Millet y su segundo, Jordi Montull.
Por su parte, Gemma Montull no ha
dudado en calificar de “práctica habitual” el trasiego de dineros a CDC, el
Palau mediante. Asimismo, ha señalado a Millet como máximo controlador de los
movimientos económicos en la oscuridad.
Con estas declaraciones se pone en
evidencia que Mas mentía cuando negaba que Convergencia se financiaba de forma
irregular. Y de nada sirve que alegue ignorancia porque él era líder de su
partido cuando éste recibía dinero de Ferrovial a cambio de obra pública, con
Félix Millet como porteador de las mordidas y, por consiguiente, debe asumir
todas sus responsabilidades políticas que visto lo visto ni son pocas ni son
menores.
Además, en estas circunstancias, por
mucho que la portavoz de PDCAT, Marta Pascal, afirme que la dirección “sólo se
ocupa de las cosas que ocupan al Partido Demócrata”, no es menos cierto que su
organización es heredera política directa de la antigua Convergencia. Así, por
ejemplo, conviene recordar aquí qué Artur Mas fue presidente de CDC y ahora lo
es del PDCAT. De igual manera, nombres destacados del ámbito político que ayer
militaban en la vieja Convergencia, hoy lo hacen en el nuevo Partido Demócrata.
En definitiva, todos tenemos nuestra
historia, con sus luces y sus sombras y debemos llevar la mochila a nuestras
espaldas y las organizaciones políticas no son una excepción. Por tanto, a
juzgar por los acontecimientos, a los nacionalistas catalanes les ha llegado el
momento de rendir cuentas no solamente a la judicatura, que sí; sino a la ciudadanía
y que asuman sus responsabilidades que ya va siendo hora. Y ahora sí que toca.
Bernardo Fernández
Publicado en e-noticies.cat 09/03/17