Se ha cumplido el primer aniversario
de aquel fatídico 7 de octubre de 2023, cuando milicianos de Hamas entraron a
sangre y fuego en territorio israelí torturando, secuestrando y/o matando a
todo ser humano que encontraban a su paso. Las primeras consecuencias de
aquella barbaridad fueron unos 1.200 muertos, más de 5.500 heridos y 250
secuestrados. La reacción de Israel fue inmediata y según las autoridades
sanitarias, hasta el momento se contabilizan casi 42.000 muertos, más de 10.000
desaparecidos y del orden de 100.000 heridos. Los efectos a medio y largo plazo
son, todavía, imposibles de cuantificar, pero las represalias por parte del
ejército israelí están siendo tan constantes como desmesuradas y, por si no
había suficiente, desde el pasado 20 de septiembre, Israel ha ampliado el
frente, atacando con dureza a Líbano, sin suavizar sus razias en Gaza. La
virulencia de los ataques es tal que ya hay más de 2.000 libaneses muertos y un
millón largo de desplazados. Pero es que, además, existe el riesgo, cada vez
más plausible, de que el conflicto se convierta en una guerra regional de
consecuencias imprevisibles y, desde luego, nada halagüeñas para la estabilidad
mundial.
No voy a insistir en el desarrollo de
los acontecimientos porque los medios de comunicación nos informan, a diario, de
la magnitud de la catástrofe. Quiero, sin embargo, poner el foco en los
intereses que hay detrás de la contienda y en quién mueve los hilos: los
patrocinadores, que acostumbran a estar cómodamente instalados a miles de
quilómetros del frente y la barbarie.
Todas las guerras son tremendamente
costosas en términos económicos, y la de Israel contra Gaza, y ahora también contra
Líbano, no es una excepción. No cabe duda que Estados Unidos es el gran hacedor
israelí, pero también la mayoría de estados de la Unión Europea, al igual que
la India o China que comercian con Benjamín Netanyahu y sus acólitos sin ningún
rubor.
En un informe del prestigioso Centre
Delàs, publicado recientemente, se deja clara “La corresponsabilidad de la
banca en el genocidio de Gaza”, los investigadores han seguido el rastro del
dinero y han identificado a diversas entidades financieras españolas y 25
internacionales que cooperan en la masacre. Esas mismas fuentes cifran la
aportación del Banco de Santander en 2.442 millones de dólares y la del BBVA en
1.500 millones. En total, son media docena las entidades financieras nacionales
en las que Delàs ha hallado vínculos comerciales con las empresas de armas.
Tras las dos primeras, están otras como CaixaBank, Ibercaja, o Banca
March.
La verosimilitud del estudio está
fuera de toda duda porque los datos que en el mismo se manifiestan han sido supervisados
por el Instituto Internacional de Paz de Estocolmo (SIPRI) que ha
analizado las principales exportaciones de armas a Israel de los últimos 10
años. Los investigadores han escudriñado 3.606 operaciones financieras (líneas
de crédito, préstamos corporativos, suscripción de bonos y compra de acciones).
De ahí han obtenido el nombre de 15 empresas de armamento que proveen a este
país, entre otras son: BAE Systems, Boeing, Day & Zimmerman, Elbit Systems, General Dynamics, Israel Aerospace Industries,
Leonardo, Lockheed Martin, Nammo, Navantia, Oshkosh Corp, Rafael
Advanced Defense Systems, Rheinmetall, Rolls-Royce y RTX Corp (anteriormente
Raytheon Technologies).
También Ibercaja colaboró económicamente
con Rheinmetall, la empresa fabricante y exportadora a Israel de
los M109-52 Howitzer, obuses autopropulsados de 155 mm, que se utilizaron en
octubre pasado en los ataques al Puerto de Gaza y sobre hoteles
cercanos.
La misma empresa de armas, añaden los
autores del informe, produce la munición de tanque Rh-120, “que ha sido usada
de forma indiscriminada contra la población palestina e infraestructuras
civiles críticas, incluidas instalaciones médicas, convoyes de ayuda y refugios
civiles en Gaza, así como contra periodistas”.
En la lista de colaboradores se
encuentran algunas de las entidades más reputadas del mundo, como la gestora de
fondos de inversión Vanguard, que lidera la lista con más de 41.000 millones de
dólares. La sigue la corporación de servicios financieros y de inversión State
Street (38.620 millones), y las gestoras de fondos de inversión, Capital Group
(31.603) y BlackRock (30.570), siendo el Bank of
America (18.909) el que cierra un top 5 copado por instituciones financieras
estadounidenses.
En esa lista, aunque a bastante
distancia, también encontramos a entidades como el banco francés BNP Paribas,
con casi 7.000 millones u otras entidades y bancos europeos reconocidos como
Crédit Agricole (6.016 millones), Barclays (4.950) o el Deutsche Bank (4.801).
Según expertos en armamento el misil
más sencillo no baja de 50.000 dólares la unidad. Quizás por eso me pregunto:
¿Cuantas escuelas, cuantos hospitales, cuantos centros de asistencia, cuántas
viviendas de carácter social, cuantos… se podrían hacer, se podrían construir
con el dinero que se dedica a armamento? Confieso que en esas magnitudes
económicas me pierdo, pero estoy seguro que con ese dinero se solucionaba la
vida de centenares de miles de ciudadanos que están sufriendo en sus carnes la Irresponsabilidad
de unos desalmados que con su locura nos están llevando al desastre.
Ahora, si quieren llámenme ingenuo y,
seguramente, tendrán razón.
Bernardo Fernández
Publicado en CatalunyaPress
14/10/2024
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