24 de març 2021

AMNISTÍA NI EN BROMA

 

Tengo serias dudas sobre la conveniencia de aplicar un indulto a los líderes del procés condenados por sus tropelías políticas. En cambio, tengo muy claro que jamás se les ha de conceder una amnistía porque eso sería tanto como legitimar el discurso independentista, darles la razón y una invitación a la barra libre y al “ho tornarem a fer”.

A diferencia del indulto, que extingue la responsabilidad penal actuando sobre la pena derivada de un delito (la persona sigue siendo culpable, pero se le ha perdonado el cumplimiento de la pena), la amnistía actúa sobre el delito mismo. Por ello, la amnistía suele tener efectos retroactivos y, entre otros, extingue toda responsabilidad penal o civil y anula los antecedentes penales. Por ese mismo motivo es general, dado que actúa sobre todos los que cometieron ese delito, y no sobre individuos concretos.

La amnistía suele suponer un nuevo planteamiento sobre la conveniencia de prohibir o sancionar una conducta. Por esa razón, las leyes o actos de amnistía son más frecuentes en momentos de fuertes cambios sociales o de regímenes políticos y, en ocasiones, se asocia al perdón de presos políticos.

Debería ser innecesario decirlo aquí pero ha de quedar claro que no estamos, ni por asomo, en un cambio de régimen, pero quiero dejarlo por escrito no sea que alguien tenga alguna duda.

He traído a colación el tema de la amnistía porque el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, en unas recientes declaraciones y con su habitual tono chulesco dijo que “Los problemas no pueden posponerse, tenemos una situación pandémica y de crisis económica brutal, pero sigue habiendo gente en la prisión de manera injusta y salvaje, también en el exilio, y creemos que la mejor manera es presentar la ley de amnistía para limpiar el tablero, poder hacer política y lo único que espera esta propuesta son contrapropuestas políticas, no esperamos ni indultos ni silencios cómplices, sino empezar a hablar de política”; además el portavoz de Esquerra ha lanzado una amenaza afirmando que Esquerra tomará decisiones y ha recordado que son “imprescindibles” para sacar adelante según qué leyes.

No quiero pensar que el portavoz de ERC en el Congreso está proponiendo cambiar medidas de gracia por apoyos parlamentarios. Eso sería, además de inmoral, indecente y no creo que alguien que se llena la boca todos los días hablando de democracia se le ocurra semejante vileza. Somos muchos los ciudadanos que ya estamos cansados y sentimos hartazgo por el nivel tabernario de las intervenciones y declaraciones de señor Rufián y de otros individuos de su mismo pelaje político y nivel intelectual.

Personajes así, aunque cueste creerlo, abundan. Sin ir más lejos, días atrás, Jair Domínguez colaborador habitual de TV· y Cataluña Radio pedía, medio en broma, medio en serio, “gente dispuesta a morir por Cataluña”, pero la cosa no se acaba ahí, otra iluminada como Pilar Cárdenas que también colabora en TV3 y en RAC1, está promocionando a la banda terrorista Terra Lliure por las redes sociales con una pancarta en la que se puede leer: “Contra las fuerzas de ocupación, organización y lucha. Pueblo catalán armado. Pueblo respetado”.  Y como estos hay bastantes más. Ya sé que estos mensajes con frecuencia se maquillan con desenfado y se dicen en tono supuestamente humorístico, pero el recado se ha enviado y no todo el mundo tiene la misma capacidad para discernir lo que se dice de veras y lo que no.

Esos personajes que tanto amenazan y despotrican, harían bien documentándose un poco antes de opinar. Quizás es que no saben o no recuerdan que los días 6 y 7 de septiembre de 2017 una mayoría parlamentaria, que no social, vulneró los derechos civiles y políticos de la oposición en el Parlament de Cataluña y de los ciudadanos que representaban. Sin que les temblara el pulso aprobaron la legislación para celebrar un referéndum de autodeterminación sin garantía jurídica alguna, que debería dar lugar, automáticamente, a la proclamación de una república independiente. Entonces nadie dijo nada de sentarse a hablar ni a negociar con los representantes de los ciudadanos disconformes con aquel camino ilegal por anticonstitucional y antiestatutario. Al contrario, el desprecio a la minoría y a todas las opiniones y dictámenes legales, como los organismos del Parlament de Cataluña y el Tribunal Constitucional, pasando por el Consell Consultiu fueron una constante en aquellos días aciagos.

Después, el 20 de septiembre vino la concentración ante la consellería de Hacienda, entonces ubicada en Rambla de Cataluña que fue convocada por las rede sociales. Allí se destrozaron varios vehículos de la Guardia Civil, se produjo el asedio a una comitiva judicial que estuvo retenida casi 18 horas en la sede de la consellería y tuvo que salir saltando por los terrados de los inmuebles vecinos. Pocos días más tarde se llevó a cabo el simulacro de referéndum.

Aquellos polvos trajeron estos lodos. Los responsables de todos esos acontecimientos fueron los máximos dirigentes políticos del país, y precisamente por eso, no pueden argumentar desconocimiento o ignorancia. Porque de sobras fueron asesorados y avisados de los riesgos que podían correr.

Dejémonos de marear la perdiz, de martingalas y declaraciones chulescas y amenazas que en nada ayudan a rebajar la tensión que tanto está enrareciendo la situación. Por más que algunos se empeñen no va haber independencia, no va haber referéndum de autodeterminación y ni siquiera habrá amnistía.

Por lo tanto, sugiero que los que sueñan con entelequias se den un baño de realidad y, por el bien de todos, empiecen a trabajar con rigor y pragmatismo. 

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en El catalán 23/03/2021

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