08 de maig 2019

AHORA, EUROPEAS, MUNICIPALES Y...


Aún no nos hemos quitado de encima la resaca de las elecciones generales y ya tenemos a la vuelta de la esquina nuevos comicios. Ahora tocan europeas y municipales en todo el país y, además, autonómicas en diversas comunidades autónomas.

Pese a su gran importancia, las elecciones europeas son vistas, por buena parte de la ciudadanía, como unas elecciones secundarias, a pesar de que unos 350 millones de votantes seremos convocados para elegir el Parlamento común. Y en ellas está en juego más de lo que muchos piensan.

El caso es que, en más de una ocasión, esas elecciones han servido para mostrar el malestar de la gente, ya sea no votando o haciéndolo por opciones que a priori pueden parecer descabelladas.

Veremos cómo reacciona la ciudadanía ante esta nueva convocatoria, pero, en principio, la cosa no pinta demasiado bien porque la desafección política es un hecho. Mientras que la derecha extrema se está organizando para dar el golpe de gracia a la UE.

El domingo, 26 de marzo, tendremos también elecciones municipales y esas, sí. Esas sí las consideramos importantes porque los ayuntamientos son la administración más próxima al ciudadano y nuestra vida cotidiana se ve afectada, para bien o para mal, por las decisiones que se toman en el consistorio. El transporte público, las guarderías, la recogida de basuras, el asfaltado de la calle o el alumbrado de calles y plazas son tan solo algunos de los muchos servicios que se nos brindan desde los municipios.

Es en ese contexto que las elecciones municipales adquieren una relevancia especial. Pero, en esta ocasión, en un lugar como Barcelona, además de todo eso, está en juego algo más: nos jugamos que nuestra ciudad sea la punta de lanza del independentismo y una plataforma impagable para la internacionalización del conflicto. O, por el contrario, que se constituya un plenario con una mayoría de concejales y un alcalde ocupados en mejorar la vida de los barceloneses y barcelonesas y que ponga un proyecto de ciudad sobre la mesa.

En esas estamos. En las elecciones generales del pasado 28-A ERC y PSC empataron muy por delante del resto. Ambas formaciones le sacaron siete puntos a En Comú Podem, el partido de Colau que está en franca decadencia.

La extrapolación de forma mimética de unas elecciones a otras casi nunca ocurre. No obstante, es muy probable que, en esta ocasión, por la proximidad de fechas entre unas y otras, las generales marquen tendencia.

Si viviéramos una etapa de normalidad política, la suma de las tres formaciones que el 28-A obtuvieron mejores resultados (ERC, PSC y En Comú Podem) e incluso sólo dos sería suficiente para gobernar con comodidad. Pero tal y como están las cosas puede ocurrir los más impensable.

Por lo que respecta a los otros candidatos, parece que han dilapidado sus opciones antes de empezar.

Las encuestas no apuntan nada positivo para, Manuel Valls, que se ha perdido entre las contradicciones de Ciudadanos, partido al que representa. El acercamiento a Vox y el cinturón sanitario a los socialistas son más una rémora que un activo para el ex primer ministro francés en su batalla por la joya de la corona.

Tampoco parece que Quim Forn despierte las simpatías entre el electorado por estar en prisión que genera Oriol Junqueras, ni apunta a tener el tirón sentimental de Puigdemont por estar huido de la justicia. A Forn le falta carisma. Además, la cacofonía política y la bajada constante de su partido JxCat, no le augura nada bueno.

Y Josep Bou candidato del PP, después de la debacle en las generales de los populares, tiene muy pocas opciones. Mucho hará si consigue mantener la representación institucional.

En cuanto a la CUP, sencillamente, no tiene ninguna posibilidad de ser determinante. Por lo tanto, en caso de obtener representación, seguirán en su universo virtual.

En definitiva, el próximo 26 de mayo, nos jugamos, a nivel europeo, una integración progresiva, aislar a la extrema derecha y evitar el riesgo de involución que, a buen seguro, nos traería turbulencias sociales y enfrentamiento entre Estados.

A nivel municipal, respecto al futuro de Barcelona y, por extensión, el nuestro, podemos escoger entre una ciudad provinciana y crispada, atrapada en entelequias absurdas que además de imposibles son excluyentes, que es lo que pretende ERC. O podemos votar por una ciudad abierta fraternal y orgullosa de sí. Eso es lo que nos propone el PSC. En consonancia con la Barcelona más cosmopolita e integradora. La Barcelona que fue capaz de organizar las primeras Exposiciones Universales en 1888 y en 1929. Y más tarde los JJOO de 1992. Proyectos inclusivos, abiertos e ilusionantes.

Ahora, nosotros decidimos.



Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 07/05/19

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