Claro y concreto: para los indepes partidarios del “cuanto
peor mejor”, las cosas van de mal en peor.
Así es. Casi todas las encuestas que se publican sobre las
elecciones europeas dicen que Carles Puigdemont no obtendrá escaño de eurodiputado.
Quizás por eso, el expresident fugitivo, después de fracasar en su intento de
lograr una candidatura conjunta con el PNV para el Parlamento europeo, ha hecho
una llamada desesperada a ERC para concurrir juntos a esos comicios, a la que
los republicanos han hecho oídos sordos.
El fugado de la justicia sabe que se le acaba el momio y
necesita encontrar la manera de seguir medrando sin dar un palo al agua.
Además, como que las desgracias nunca vienen solas, parece que pronto le
caducará el DNI y poco tiempo después el pasaporte, con lo que quedará en un
limbo legal. Será interesante ver como solventa el asunto el genio de Amer,
porque no es un tema menor quedarse sin documentación vigente.
Por otra parte, para Quim Torra esta última semana, ha sido
una semana “horribilis”. La parálisis del Govern es evidente. Ha sido incapaz
de presentar unos presupuestos, pierde una de cada tres iniciativas que se
presentan en la Cámara catalana y las que gana no las ejecuta. Por eso, el
miércoles, 3 de abril, el PSC presentaba, en el Parlament, una moción instando
al president a someterse a una cuestión de confianza o convocar elecciones.
Tras el correspondiente debate y votación, la propuesta de los socialistas salió
adelante, por lo que la oposición reprobó al Gobierno de la Generalitat.
La moción se ganó con los votos de PSC, Catalunya en Comú-Podem, PP, Ciudadanos
y la ausencia de la CUP. Los antisistema después de cargar contra Torra y
exigirle que convocase elecciones ya, salieron del hemiciclo para no votar la iniciativa
de los responsables del 155. Algunos a eso le llaman coherencia. Sin
comentarios.
El caso es que la moción de los socialistas es un duro
revés a la gestión de Torra. Los grupos que la han apoyado y que por lo tanto
piden una moción de confianza o un adelanto electoral, han cosechado más votos
que Junts per Catalunya y ERC. Eso es lo relevante.
Es verdad,
como argumentan los secesionistas, que el resultado de la moción no es
jurídicamente vinculante, pero no es menos cierto que tiene una fuerte carga
política y no se puede ignorar.
Y, para terminarlo
de arreglar, se ha conocido el último barómetro del CEO, según el cual, de
haber hoy unas elecciones en Cataluña, ERC ganaría holgadamente, logrando entre
40 y 43 escaños, ahora tiene 32, mientras que JxCat perdería unos 12 diputados
y pasaría a ser la tercera fuerza en el Parlament.
Carles
Puigdemont como pseudo líder político tiene los días contados. Hasta la que
fuera su escudera, Marta Pascal, cuestiona que se pueda dirigir Cataluña desde
Waterloo (bienvenida al club). Quim
Torra no gobierna, hace teatro; pero con la cuestión de las pancartas y los
lazos ha quedado claro que cuando el poder se pone serio, las frivolidades se
acaban.
En estas
circunstancias, los secesionistas radicales harían bien en ir buscando
recambios por lo que pueda venir. En cuanto acabe este ciclo electoral, las
cosas van a empezar a ponerse en su lugar y más de cuatro van a tener que hacer
mutis por el foro.
Avisados
quedan.
Bernardo
Fernández
Publicado en
el Catalán 08/09/19
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