Cuando Alberto Núñez Feijóo convocó el
21 congreso del Partido Popular, para el primer fin de semana de julio, no
podía imaginar que el cónclave de los populares coincidiría con el tsunami que,
por varios casos de presunta corrupción, sacude estos días los cimientos del
socialismo español.
Mientras que los de Feijóo han
desarrollado su simposio de forma placentera y con la euforia apenas contenida,
porque piensan que su líder muy pronto va a ser el nuevo inquilino del palacio
de la Moncloa, los socialistas celebraron su Comité federal con la tensión, el
malestar y la incerteza como telón de fondo. Una reunión sobre la que planeó la
figura de Santos Cerdán, exsecretario de Organización y en estos momentos en
prisión preventiva por orden del magistrado Leopoldo Puente. Puente decidió el
ingreso en prisión incondicional y sin fianza de Cerdán por los “notabilísimos
indicios” que persisten sobre la posible comisión de los delitos de pertenencia
a organización criminal, cohecho y tráfico de influencias.
En su auto, el instructor desgrana
cómo el ex secretario de organización del PSOE habría orquestado una trama
corrupta con la complicidad del exministro de Transportes José Luis Ábalos y su
exasesor Koldo García. El magistrado calcula que esos tres personajes se
repartieron unos cinco millones de euros, pero cree plausible que del botín se
hayan beneficiado otras personas “físicas y jurídicas” que no identifica. Y ahí es donde al PSOE no le llega la camisa
al cuerpo porque la pregunta es obvia: ¿Quiénes son esas personas jurídicas?
Por si la cosa no estaba bastante
complicada en el partido socialista, poco antes de comenzar el Comité Federal, del
pasado sábado, llegaba la noticia que Francisco Salazar hombre de la Moncloa, y
de total confianza del presidente, que iba a ocupar un cargo de relevancia
dentro del nuevo organigrama, presentaba su renuncia por estar acusado de abuso
de poder y acoso sexual. La primicia cayó como una bomba en Ferraz.
Para salir del shock que los
socialistas están padeciendo con los últimos sucesos, Pedro Sánchez ha hecho un
ajuste en la comisión ejecutiva del partido haciendo salir a personas próximas
a Cerdán y ha dado entrada a otras alejadas del grupo tóxico de los Ábalos y
compañía, como Rebeca Torró para la secretaria de Organización o Montse Mínguez
como portavoz del partido. Además, propuso un paquete de medidas para consumo
interno como, por ejemplo, un sistema de contrapesos entre los miembros de la
dirección, endurecer el código ético para aquellos que utilicen la
prostitución, garantizar el anonimato a los denunciantes de posibles
irregularidades, dotar de autonomía al órgano encargado del cumplimiento
normativo de la organización y elaborar un protocolo antifraude y
anticorrupción.
Todas esas medidas son endogámicas y
tal vez sean necesarias, pero, desde luego, no son suficientes. No parece que
vayan a convencer ni a la ciudadanía ni, mucho menos, a otros partidos
políticos. En esta ocasión, la hora de la verdad para Sánchez será el próximo
día 9 de julio cuando comparezca en el Congreso de los diputados y explique
cuál es su receta para poner coto a desmanes, chanchullos y corruptelas; si
entonces consigue recomponer complicidades con los socios parlamentarios, la
legislatura seguirá adelante; de lo contrario, la aritmética parlamentaria es
la que es y habrá que poner fecha a las próximas elecciones generales.
Por su parte, el PP llevaba ocho años
sin actualizar su ideario político. No obstante, este congreso, a tenor de lo
que hemos visto, tampoco ha servido para poner al día el proyecto político de
la derecha de nuestro país. La consigna era clara: evitar los temas espinosos y
pasar de puntillas sobre cuestiones tan delicadas como la relación con Vox.
Hasta Isabel Díaz Ayuso renunció a dar la batalla por algo tan básico en
democracia como una persona un voto. A saber, que habrá logrado la presidenta
madrileña a cambio de su aparente docilidad porque seguro que Feijóo habrá
pagado un buen peaje para tener un conclave placentero.
El congreso de un partido político
es, por definición, un acto de autoafirmación y el momento oportuno para plantear
un proyecto y desarrollar un programa. Sin embargo, en esta ocasión el cónclave
de los populares ha terminado y seguimos sin saber que harán los populares
cuando gobiernen (si es que gobiernan) en cuestiones claves como el aborto, la
eutanasia, si mantendrán la subida de las pensiones conforme al IPC o
volveremos al 0,25% de Rajoy y seguimos sin saber la propuesta que tienen para
Catalunya.
Feijóo sabe que tiene fecha de
caducidad: su crédito acaba con las próximas elecciones generales, sean cuando
sean. Por eso, ha querido afianzar su liderazgo al frente del partido colocando
a gente de su total confianza en lugares claves, y así dar el asalto final al
“sanchismo”. La dimisión de Cuca Gamarra como secretaria general del partido le
ha permitido hacer un remodelación de la cúpula de la organización a su medida;
y entre otros ha colocado al hasta ahora portavoz parlamentario, el mamporrero Miquel
Tellado, al frente del partido y a Ester Muñoz, diputada de palabra fácil y
lengua afilada en la portavocía del grupo parlamentario. Ambos, instalados en
la bronca permanente, comparten un discurso áspero y bronco, sin concesiones al
adversario.
Días antes del congreso Feijóo mandó
a Tellado sondear la disponibilidad de los socios parlamentarios de Sánchez a
cambiarse de bando. Pero ya se sabe que quien siembra vientos recoge
tempestades, y eso es lo que le ocurrió al PP. Los de Junts sugirieron a Feijóo
que fuese a Waterloo a negociar con Puigdemont y los del PNV dieron a Tellado
con la puerta en las narices. No se puede estar todo el tiempo insultando y
despreciando a alguien y luego buscarlo para que apoye una moción de censura.
En estos momentos PP y PSOE son la
cara y la cruz de una misma cosa: la política en nuestro país. Mientras los
primeros están pletóricos, henchidos y casi extasiados porque parece que el
viento les sopla de popa y tiene el poder a tocar. En el PSOE están inmersos en
una de las etapas más oscuras de su historia reciente. Si el caso Cerdán se
queda en los tres individuos de los audios, los socialistas podrán superar el
bache y reflotar su proyecto, pero si resulta que los tentáculos de la
corrupción son más alargados de lo previsto y han penetrado en las arcas del
partido o han dejado su huella en el patrimonio de algún socialista ilustre el
descalabro será de los que marquen una época.
Se avecinan días tensos y cargados de
novedades, algunas más o menos previstas, otras, quizás, imprevisibles.
Estaremos atentos y que todos recuerden que no es aconsejable vender la piel
del oso antes de cazarlo.
Bernardo Fernández
Publicado en Catalunya Press
06/07/2025
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