08 de juliol 2025

CARA Y CRUZ DE LA POLÍTICA

Cuando Alberto Núñez Feijóo convocó el 21 congreso del Partido Popular, para el primer fin de semana de julio, no podía imaginar que el cónclave de los populares coincidiría con el tsunami que, por varios casos de presunta corrupción, sacude estos días los cimientos del socialismo español.

Mientras que los de Feijóo han desarrollado su simposio de forma placentera y con la euforia apenas contenida, porque piensan que su líder muy pronto va a ser el nuevo inquilino del palacio de la Moncloa, los socialistas celebraron su Comité federal con la tensión, el malestar y la incerteza como telón de fondo. Una reunión sobre la que planeó la figura de Santos Cerdán, exsecretario de Organización y en estos momentos en prisión preventiva por orden del magistrado Leopoldo Puente. Puente decidió el ingreso en prisión incondicional y sin fianza de Cerdán por los “notabilísimos indicios” que persisten sobre la posible comisión de los delitos de pertenencia a organización criminal, cohecho y tráfico de influencias.

En su auto, el instructor desgrana cómo el ex secretario de organización del PSOE habría orquestado una trama corrupta con la complicidad del exministro de Transportes José Luis Ábalos y su exasesor Koldo García. El magistrado calcula que esos tres personajes se repartieron unos cinco millones de euros, pero cree plausible que del botín se hayan beneficiado otras personas “físicas y jurídicas” que no identifica.  Y ahí es donde al PSOE no le llega la camisa al cuerpo porque la pregunta es obvia: ¿Quiénes son esas personas jurídicas?

Por si la cosa no estaba bastante complicada en el partido socialista, poco antes de comenzar el Comité Federal, del pasado sábado, llegaba la noticia que Francisco Salazar hombre de la Moncloa, y de total confianza del presidente, que iba a ocupar un cargo de relevancia dentro del nuevo organigrama, presentaba su renuncia por estar acusado de abuso de poder y acoso sexual. La primicia cayó como una bomba en Ferraz.

Para salir del shock que los socialistas están padeciendo con los últimos sucesos, Pedro Sánchez ha hecho un ajuste en la comisión ejecutiva del partido haciendo salir a personas próximas a Cerdán y ha dado entrada a otras alejadas del grupo tóxico de los Ábalos y compañía, como Rebeca Torró para la secretaria de Organización o Montse Mínguez como portavoz del partido. Además, propuso un paquete de medidas para consumo interno como, por ejemplo, un sistema de contrapesos entre los miembros de la dirección, endurecer el código ético para aquellos que utilicen la prostitución, garantizar el anonimato a los denunciantes de posibles irregularidades, dotar de autonomía al órgano encargado del cumplimiento normativo de la organización y elaborar un protocolo antifraude y anticorrupción.

Todas esas medidas son endogámicas y tal vez sean necesarias, pero, desde luego, no son suficientes. No parece que vayan a convencer ni a la ciudadanía ni, mucho menos, a otros partidos políticos. En esta ocasión, la hora de la verdad para Sánchez será el próximo día 9 de julio cuando comparezca en el Congreso de los diputados y explique cuál es su receta para poner coto a desmanes, chanchullos y corruptelas; si entonces consigue recomponer complicidades con los socios parlamentarios, la legislatura seguirá adelante; de lo contrario, la aritmética parlamentaria es la que es y habrá que poner fecha a las próximas elecciones generales.

Por su parte, el PP llevaba ocho años sin actualizar su ideario político. No obstante, este congreso, a tenor de lo que hemos visto, tampoco ha servido para poner al día el proyecto político de la derecha de nuestro país. La consigna era clara: evitar los temas espinosos y pasar de puntillas sobre cuestiones tan delicadas como la relación con Vox. Hasta Isabel Díaz Ayuso renunció a dar la batalla por algo tan básico en democracia como una persona un voto. A saber, que habrá logrado la presidenta madrileña a cambio de su aparente docilidad porque seguro que Feijóo habrá pagado un buen peaje para tener un conclave placentero.

El congreso de un partido político es, por definición, un acto de autoafirmación y el momento oportuno para plantear un proyecto y desarrollar un programa. Sin embargo, en esta ocasión el cónclave de los populares ha terminado y seguimos sin saber que harán los populares cuando gobiernen (si es que gobiernan) en cuestiones claves como el aborto, la eutanasia, si mantendrán la subida de las pensiones conforme al IPC o volveremos al 0,25% de Rajoy y seguimos sin saber la propuesta que tienen para Catalunya.

Feijóo sabe que tiene fecha de caducidad: su crédito acaba con las próximas elecciones generales, sean cuando sean. Por eso, ha querido afianzar su liderazgo al frente del partido colocando a gente de su total confianza en lugares claves, y así dar el asalto final al “sanchismo”. La dimisión de Cuca Gamarra como secretaria general del partido le ha permitido hacer un remodelación de la cúpula de la organización a su medida; y entre otros ha colocado al hasta ahora portavoz parlamentario, el mamporrero Miquel Tellado, al frente del partido y a Ester Muñoz, diputada de palabra fácil y lengua afilada en la portavocía del grupo parlamentario. Ambos, instalados en la bronca permanente, comparten un discurso áspero y bronco, sin concesiones al adversario.

Días antes del congreso Feijóo mandó a Tellado sondear la disponibilidad de los socios parlamentarios de Sánchez a cambiarse de bando. Pero ya se sabe que quien siembra vientos recoge tempestades, y eso es lo que le ocurrió al PP. Los de Junts sugirieron a Feijóo que fuese a Waterloo a negociar con Puigdemont y los del PNV dieron a Tellado con la puerta en las narices. No se puede estar todo el tiempo insultando y despreciando a alguien y luego buscarlo para que apoye una moción de censura.

En estos momentos PP y PSOE son la cara y la cruz de una misma cosa: la política en nuestro país. Mientras los primeros están pletóricos, henchidos y casi extasiados porque parece que el viento les sopla de popa y tiene el poder a tocar. En el PSOE están inmersos en una de las etapas más oscuras de su historia reciente. Si el caso Cerdán se queda en los tres individuos de los audios, los socialistas podrán superar el bache y reflotar su proyecto, pero si resulta que los tentáculos de la corrupción son más alargados de lo previsto y han penetrado en las arcas del partido o han dejado su huella en el patrimonio de algún socialista ilustre el descalabro será de los que marquen una época.

Se avecinan días tensos y cargados de novedades, algunas más o menos previstas, otras, quizás, imprevisibles. Estaremos atentos y que todos recuerden que no es aconsejable vender la piel del oso antes de cazarlo.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en Catalunya Press 06/07/2025

 

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