12 de novembre 2024

CUANDO LO HAS PERDIDO TODO

Más pronto que tarde, el interés mediático generado por la tremenda tragedia que en Valencia y Castilla-La Mancha ocasionó una inmensa dana, irá perdiendo intensidad.  Llegará un momento en que los focos se apaguen y los reporteros que han cubierto la información, a menudo, con barro hasta las rodillas, volverán a sus cuarteles de invierno, pero la cruda realidad seguirá ahí: dos centenares largos de vidas perdidas, un número indeterminado de desaparecidos y unas pérdidas materiales incalculables. En medio de todo eso, decenas de miles de personas se han quedado sin nada y tendrán que volver a empezar. 

El ser humano es extremadamente frágil y la naturaleza tiene giros imprevisibles, si a eso añadimos la falta de previsión, un cierto nihilismo político, errores en cadena e incapacidad manifiesta para afrontar una situación muy delicada y compleja, la tormenta perfecta está servida.

Quizás no sea posible señalar culpables directos por la falta de previsión a la hora de diseñar las infraestructuras y desarrollar un urbanismo totalmente arbitrario que han hecho posible que las aguas se desmadraran. Sin embargo, sí hay responsables políticos que, como se va sabiendo, no actuaron con la diligencia y eficiencia que cabía esperar.

El 29 de octubre, mientras las inundaciones ya afectaban gravemente a la comunidad valenciana, el presidente Mazón comía en un conocido restaurante ubicado en el centro de Valencia y se incorporaba a la reunión del Centro de Coordinación Operativa Integrada a las 19:30, es decir, una hora y media después de la convocatoria. Expertos en estas cuestiones consideran que la llegada tardía del presidente y la falta de experiencia de su equipo retrasaron decisiones claves, como la emisión de alertas a la población. 

Por otra parte, hemos sabido que la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, estuvo reunida con su equipo de crisis desde primeras horas de la mañana del fatídico 29 de octubre. Ante la crecida del río Magro a su paso por Utiel y de las previsiones de tormentas torrenciales, Bernabé informó a la consejera autonómica de Justicia e Interior y responsable de emergencias, Salomé Pradas, hasta en tres ocasiones, de la gravedad de la situación y le indicó que le podía pedir todos los medios que considerara necesarios. Sin embargo, la consejera hizo oídos sordos, hasta que, finalmente, la Generalitat pidió la intervención de la UME.  Días después, la consejera ha asegurado que no conocía la existencia del sistema ES-Alert —que permite a las autoridades enviar mensajes directos de manera masiva a los teléfonos móviles de una determinada zona de cobertura—. Por eso, la ciudadanía no recibió ningún aviso hasta que las riadas ya habían arrasado buena parte de los pueblos afectados por la dana.

Con toda seguridad, en esta ocasión, nadie está libre de pecado. Nunca sabremos, con certeza, si la decisión del presidente del Gobierno de no decretar la emergencia nacional fue un acierto o no. Pero está claro que, de haber decretado esa emergencia, no hubiesen faltado los carroñeros de la política acusando al Ejecutivo de aplicar un 155 encubierto por ser Valencia una autonomía gobernada por el PP. En realidad, aquí subyace una cuestión que es: ¿Esto del Estado de las autonomías y la descentralización nos lo creemos o es solo una milonga para tener entretenido al personal y cuando pintan bastos que sea papá Estado quién se coma el marrón?

Lo que no se puede negar es que Sánchez, desde el minuto uno, se puso a disposición de Mazón y el 5 de noviembre aprobaba un Decreto Ley por un importe de 10.600 millones de euros para poner en práctica un Plan de Respuesta Inmediata para atender las necesidades más urgentes de la población y restaurar el orden. Más adelante vendrá una Fase de Reconstrucción y posteriormente una Fase de Relanzamiento. También se ha pedido la colaboración de la Unión Europea.

Todo eso no significa que Sánchez o el Ejecutivo no hayan cometido errores. Los ha habido, por ejemplo, ir el domingo, día 3 de noviembre, con los reyes a la primera línea de la tragedia. Eran momentos para arrimar el hombro, dejar trabajar y no enredar (claro que si no hubiesen ido, también se les hubiera criticado por no ir). Sin embargo eso les vino que ni pintado a los descerebrados de la derecha extrema para montar el barullo. La indignación de los que lo han perdido todo es perfectamente comprensible, como también lo es que el pasado sábado las calles de Valencia se llenaran de gente pidiendo la dimisión del presidente Carlos Mazón y su Consell. Pero es inadmisible el  estallido de violencia verbal y física promovida por aquellos que aprovechan el dolor ajeno para alimentar una estrategia de populismo contra el Estado de derecho.

En estos días llenos de angustia, miedo y dolor hemos visto lo peor y lo mejor del ser humano. Miles de personas con escobas, mochos o palas caminando para ir a ayudar a gentes que no conocían.  Personas y entidades de toda índole que están donando y/o recogiendo alimentos, productos de higiene personal y material de limpieza para hacerlo llegar al lugar de los damnificados. Pero también hemos sabido de un puñado de sinvergüenzas que se han dedicado al pillaje y desalmados que, haciéndose pasar por miembros de la Cruz Roja, iban de casas en casa pidiendo dinero.

Estamos ante una tragedia de dimensiones estratosféricas. La respuesta de la ciudadanía ha sido y está siendo extraordinaria, pero no podemos decir lo mismo de la respuesta institucional. Por lo tanto, hemos de exigir que nuestros gobernantes, todos sin excepción, estén a la altura de las circunstancias o que se vayan a sus casas. Por compromiso cívico y solidaridad con nuestros conciudadanos, no deberíamos dejar pasar ni una, estar pendientes para que quien la haga que la pague y, sobre todo, no dejar de apoyar a nuestros vecinos de Levante hasta que recuperen la normalidad. Si es que eso es posible

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en Catalunya Press 11/11/2024

 

07 de novembre 2024

SUMAR: UN PROYECTO A LA DERIVA

Desde que, a principios de los años ochenta, el PCE de Santiago Carrillo entró en barrena, la teórica izquierda a la izquierda de la izquierda de nuestro país, casi siempre ha tenido una salud precaria. A pesar de que, los intentos para desarrollar un movimiento sólido y robusto en el margen sociopolítico que el PSOE deja huérfano, se han sucedido, las decepciones han sido constantes, mientras que los éxitos han sido escasos y más bien efímeros.    

La lista de dirigentes que han intentado vestir un proyecto con arraigo es extensa: Gerardo Iglesias, Paco Frutos, Julio Anguita, Gaspar llamazares, Cayo Lara, Alberto Garzón y, en la actualidad, Enrique Santiago (disculpen si me dejo alguno). A la vez, en ese tiempo, la fórmula para presentarse a las elecciones ha variado en función del momento. Al principio el PCE acudió a las urnas en solitario, pero, puesta de manifiesto su debilidad electoral, tuvo que refugiarse bajo el paraguas de Izquierda Unida y tras diversos bandazos en la primera década del siglo XXI, un PCE bastante débil se alió con Podemos.

Podemos se constituyó como partido político en enero de 2014. Su ascenso fue meteórico: En las elecciones europeas de ese mismo año logró 5 escaños de un total de 54, lo que lo convirtió en el cuarto partido más votado de España. Sin embargo, en menos de una década pasaron de asaltar los cielos al grupo mixto.

El declive electoral de Podemos hizo que Pablo Iglesias, líder indiscutido, abandonase política activa en 2021, y Yolanda Díaz se convirtiera en la líder de la coalición Unidas Podemos. No obstante, ante la imagen mediática áspera y nada empática que habían cultivado los podemitas, se decidió crear una coalición que se presentaría a las elecciones generales de julio de 2023. A esa coalición, encabezada por Yolanda Díaz, la denominaron Sumar y se constituyó con una veintena de partidos de ámbito estatal y autonómico.

Desde su constitución, las cosas nunca han sido fáciles en Sumar. A pesar de que Díaz ha sazonado su liderazgo con buenas maneras, afabilidad e incluso simpatía, esa formación no ha llegado a percibirse como una organización preparada para dar la batalla y perdurar en el tiempo. Aglutinar ese puñado tan heterogéneo de sensibilidades parecía misión imposible. De hecho, tras el revolcón sufrido en las elecciones europeas del pasado mes de junio, se encendieron todas las alarmas sobre la viabilidad del proyecto. Entonces Yolanda Díaz dimitió de sus cargos en la coalición, pero se mantuvo en el Gobierno.

Ahora bien, lo que les ha puesto contra las cuerdas, ha sido el órdago que supuso la dimisión de Iñigo Errejón, anunciada el pasado 24 de octubre. Por si fuera poco, Podemos, quiere aprovechar la situación para ajustar algunas cuentas que creen tener pendientes con Díaz. De forma simultánea, dentro de Sumar se ha abierto una crisis de consecuencias imprevisibles. Todo eso, hace que, en estos momentos, Sumar sea un proyecto a la deriva.

Yo no voy a echar más leña al fuego. El affaire ya es sobradamente conocido por todos y los medios lo han tratado con detalle. Entiendo que, en primera instancia, es su partido el que tiene que aplicar, con el máximo rigor, la normativa interna y que la justicia actúe como corresponde. Voy, sin embargo, a intentar descifrar el alcance político del asunto.

No cabe duda de que este affaire para el Gobierno es un torpedo en la línea de flotación. Aunque Pedro Sánchez ya ha anunciado que la legislatura se va a agotar, es evidente que es munición para los conservadores que lo aprovechan todo para desgastar al presidente. Además, este asunto viene precedido por otros como el caso Koldo (que con toda probabilidad acabará siendo el caso Ábalos), el affaire Begoña Gómez, la llegada de Delcy Rodríguez o el intríngulis de la foto de Sánchez con Víctor Aldama. O sea, llueve sobre mojado, y que esos temas tengan enjundia o no para acorralar al Ejecutivo carece de importancia, lo que cuenta es socavar al Gobierno e ir minando su credibilidad.

Pero más allá de la repercusión que este tema tenga en el acontecer político, hemos visto como en el Gobierno de coalición Sumar, como socio minoritario, impulsaba iniciativas que, tal vez, un Ejecutivo de un solo partido nunca hubiera puesto en marcha. Pero, sobre todo, es necesaria una formación que ocupe el espacio que queda a la izquierda del PSOE porque ahí existe un segmento de ciudadanía que no se identifica con las propuestas socialistas, pero que tienen los conceptos de la igualdad y la justicia social muy arraigados porque para ellos son la base de la convivencia y el pacto social. Y a esas personas no las podemos defraudar otra vez.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en CatalunyaPress 06/11/2024  



 

CUANDO LO HAS PERDIDO TODO

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